Aunque no hemos encontrado mucha información sobre la construcción de esta bella joya arquitectónica, sí nos explicaron que el niño genio vivió su infancia allí.
Llegó a los 40 días de nacido y partió de ahí a los 14 años, nos explicaba el celador que se mantiene en el sitio.
Contrario a lo visto en la propia casa donde nació el poeta en Ciudad Darío, en su casa de León sí pueden verse cosas de uso personal que le pertenecieron, incluido el célebre «traje diplomático» junto con la espada con el que se presentó en la corte española al asumir como Embajador de Nicaragua en la madre patria.
Sin duda, una de las cosas más impresionantes fue ver las fotocopias de los textos originales escritos en puño y letra de nuestro gran poeta, con la caligrafía hermosa y estilizada que se acostumbraba en la época.
Hay que reconocer que la casa está bien preservada, con sus jardines bellos y floridos. Y definitivamente se siente uno como si el nicaragüense más universal de todos acabara de pasearse por los pasadizos de esta hermosa casa.
Tal vez un extranjero que llegue de visita solamente verá las cuatro paredes de donde vivió un personaje célebre; pero, sin lugar a dudas, un orgulloso nicaragüense (como quien estas líneas escribe) puede sentir que en la Casa-Museo de Rubén Darío aún late fuerte el corazón de nuestra identidad nacional.